El Pacto Mundial de las Naciones Unidas es muy claro sobre la definición de sostenibilidad social en las empresas: «Directa o indirectamente, las empresas afectan a lo que sucede a los empleados, los trabajadores de la cadena de valor, los clientes y las comunidades locales, y es importante gestionar los impactos de forma proactiva». De hecho, muchas empresas han adoptado prácticas de sostenibilidad medioambiental en los últimos años y el concepto de sostenibilidad ya es familiar en las empresas. La sostenibilidad social sigue la misma línea que la medioambiental, pero se enfoca en el impacto que las empresas tienen sobre las personas en lugar de sobre el medioambiente.
¿Qué significa ser una empresa socialmente sostenible? Citando el Pacto Mundial, este requiere, como mínimo, que las empresas «actúen con la diligencia debida para evitar dañar los derechos humanos y que aborden cualquier impacto adverso sobre los derechos humanos que pueda estar relacionado con sus actividades». Hay varios ejemplos de acciones que las empresas pueden emprender para promover la sostenibilidad social, entre ellas:
- crear empleos decentes, bienes y servicios que ayuden a satisfacer las necesidades básicas;
- desarrollar cadenas de valor más inclusivas;
- promover políticas públicas que apoyen la sostenibilidad social.
Según el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, las empresas socialmente sostenibles también pueden obtener importantes ventajas, entre ellas:
- desbloquear nuevos mercados;
- tener más facilidad para retener y atraer socios comerciales;
- ser más innovadoras en el desarrollo de nuevos productos y servicios;
- aumentar la productividad.
Es cierto, la piedra angular de toda responsabilidad social corporativa es la promoción de los derechos humanos, desde la igualdad de género en el trabajo hasta la educación y la salud.