Sustainable and renewable communities in Italy

Comunidades sostenibles y renovables en Italia

Rasiglia: donde el compromiso de los habitantes se encuentra con la sostenibilidad energética

¿Es posible ver correr un río y no darse cuenta de que está generando energía eléctrica? Sí, lo es. Este río se encuentra en Rasiglia, en Umbría, el llamado corazón verde de Italia, nuestra segunda etapa en "Las historias de éxito más hermosas sobre la electrificación". En nuestro primer viaje, fuimos a Uppsala (Suecia) para descubrir un edificio construido íntegramente con materiales sostenibles e innovadores paneles fotovoltaicos para producir electricidad limpia. Hoy, quien nos cuenta la historia de Rasiglia es Alvaro Cesarini, divulgador de historia local y miembro de la asociación "Rasiglia e le sue sorgenti" (Rasiglia y sus manantiales) que, junto con los demás habitantes de este pequeño pueblo, han obtenido la declaración como Bien Cultural por la maquinaria histórica y por haber recreado con el tiempo lo que se había perdido: una dimensión tanto turística como sostenible, gestionada por las personas que viven en la zona, con la mirada totalmente puesta en el respeto por la naturaleza.

La importancia del agua para el desarrollo social y económico

Cinco manantiales del río Menotre atraviesan el pequeño pueblo de Rasiglia, cuyo nombre significa "el que fluye lentamente". "Al Menotre se lo llamó así por su lentitud", nos cuenta Álvaro Cesarini, "no es un río impetuoso ni rápido en su largo recorrido, pero en Rasiglia las cosas cambian, porque el río pega un salto de altura y se acelera, fluye velozmente a través de los antiguos canales y se relaja nuevamente al final del actual pueblo”. Es por esta particularidad del río que Rasiglia nació junto a él; la posibilidad de explotar la rapidez del agua convirtió inmediatamente a la zona en un lugar estratégico de agregación social y comercial.

Desde 1122, el pueblito es conocido como un centro bullicioso y económicamente floreciente. "Las fuentes históricas más antiguas se remontan a esta fecha, donde ya se menciona el uso de molinos, piedras de moler y la presencia de fábricas de lana", explica Álvaro Cesarini. Las actividades productivas comenzaron a concentrarse en torno al curso del río, con molinos de lana, fábricas y papeleras que nacen y crecen con el tiempo molinos. Para fomentarlas energéticamente y hacerlas más eficientes, el ingeniero Luca Barnocchi construyó, a principios del siglo XX, la primera central hidroeléctrica de la zona, una de las primeras de Italia. Se instaló para acelerar el proceso de producción de mantas, lo que garantizó un enorme aumento del número de telares que se podían utilizar: hasta 15, empleando a más de 80 trabajadores.

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Gracias a la propia central hidroeléctrica y a su sobreproducción, Rasiglia fue el primer pueblo de la zona en tener electricidad, ya en 1930. "Los pueblos del valle tuvieron electricidad solo 50 años después, Rasiglia fue el primero. La sobreproducción de energía de la central eléctrica permitía a cada casa acceder a una pequeña cantidad de energía, aunque únicamente se podía encender una luz a la vez. Este privilegio de tener energía en los hogares se originó gracias a la sinergia entre la naturaleza y el hombre, lo que supuso un logro muy significativo", recuerda Cesarini.

Rasiglia: un pueblo renacido gracias a sus habitantes

En 1997, tuvo lugar un fuerte terremoto en Umbría. Rasiglia también se vio afectada y la vida de muchos habitantes cambió repentinamente, ya que se vieron obligados a trasladarse a otros puntos que no habían sido afectados por el terremoto. En 2007, exactamente diez años después del terremoto, los habitantes que se quedaron decidieron dar un nuevo impulso al pueblo, a través de la memoria histórica, la cultura y la puesta en valor del lugar. “Teníamos en mente la Rasiglia de 1901, con sus numerosos negocios, unos 600 habitantes, dos hoteles y un banco", comenta Cesarini. En 2007, había pocos habitantes, la gente ya se había trasladado a ciudades vecinas o más grandes, pero entre los que decidieron quedarse en Rasiglia, crecía el deseo de revivir sus hogares.

Casas rodeadas de vegetación con riachuelos

Una pequeña cascada entre las casas de Rasiglia

Para Rasiglia, la sostenibilidad y la electrificación fueron aspectos clave en el proceso de crecimiento y recuperación de la belleza del pueblo. "Si hablamos de electrificación limpia y renovable, Rasiglia es un muy buen ejemplo", comenta Cesarini. "Hay centrales hidroeléctricas que están situadas en el curso del río que precede a Rasiglia y desvían el curso de agua solo tres metros. Esta desviación permite la producción de unos 6 kW de energía limpia y renovable. El lecho del río permanece cubierto, la fauna y la flora no se ven afectadas por la producción de energía y el agua permanece limpia. El ojo del observador ni siquiera se da cuenta de que el flujo está ligeramente desviado, porque el agua sigue fluyendo sin alteraciones", explica.

Además de la construcción de nuevas centrales hidroeléctricas que benefician a la comunidad y al medioambiente, la reconstrucción de Rasiglia ha traído empleo y prosperidad, hecho que lo ha convertido en uno de los destinos más visitados de Umbría. Gracias a la labor de sus habitantes y de la asociación de la que forma parte Cesarini, las pequeñas y medianas empresas han vuelto a instalarse en esta localidad, en vez de abandonarla como ocurrió tras el terremoto. El renacimiento de Rasiglia también ha despertado el interés de las instituciones, hasta el punto de que parte de la maquinaria antigua ha recibido una protección especial por parte del Ministerio de Patrimonio Cultural.

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Rasiglia también cuenta con la mayor fábrica de papel de Italia, creada gracias a la fuerza del río. "A lo largo del curso del Menotre surgieron siete fábricas de papel, entre las más antiguas de Italia. El papel en el que se imprimió el primer ejemplar de la Divina Comedia se produjo en la propia Rasiglia, gracias al trabajo del río y de la central hidroeléctrica", nos cuenta Cesarini.

Actualmente, en Rasiglia hay tres centrales eléctricas activas. La mayor produce 200 kW; las otras dos, más cercanas al pueblo, 6 kW cada una. La energía producida no se almacena, sino que se devuelve directamente a la red eléctrica para que los costes de la electricidad sean menores. "Si hubiera más centrales hidroeléctricas como la nuestra", dice Cesarini, "las comunidades estarían más limpias y menos contaminadas”.

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"Si se generalizara el uso de las renovables, se reduciría mucho, o quizás se eliminaría, el uso de combustibles fósiles para la producción de electricidad y, además, la naturaleza no se vería afectada por su explotación positiva", nos dice Cesarini.

Con soluciones renovables, las comunidades podrían beneficiarse de un aire limpio y una energía más barata. La disminución de las emisiones restablecería el equilibrio de los ecosistemas, disminuyendo la probabilidad de que se produzcan emergencias climáticas como sequías, olas de calor y fenómenos extremos.