La electrificación alimentada por fuentes renovables es una
oportunidad sin precedentes para impulsar una transición hacia la energía limpia: es el camino hacia un sistema energético asequible, confiable y con cero emisiones. Por ejemplo, la Unión Europea se ha puesto en camino para lograr la electrificación tanto del lado de la oferta como de la demanda, al combinar los avances tecnológicos con inversiones climáticas respaldadas por el Plan de Recuperación de la UE. La electrificación también asegura un sistema energético más estable y resiliente, reduciendo la dependencia de importaciones de energía y generando considerables ahorros gracias a su mayor eficiencia. Por ejemplo, los vehículos eléctricos son de tres a cinco veces más eficientes energéticamente que los vehículos con motor de combustión interna, que se sirven de combustibles fósiles. De acuerdo con el
Foro Económico Mundial la electrificación es fundamental para la descarbonización. Hoy la electricidad representa el 19% del consumo final total de energía, sin embargo, esta cifra tiene el potencial de crecer enormemente en el futuro. Para aprovechar todos los beneficios de la electrificación, es crucial acelerar la transición desde los combustibles fósiles a la generación libre de emisiones, porque la electricidad descarbonizada es la mejor candidata para impulsar la meta de las cero emisiones netas.