Según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), la transición energética consiste en un cambio gradual y constante del uso de la energía a nivel mundial desde las fuentes fósiles a un sistema de cero emisiones de carbono para el año 2050. La transición energética es la principal herramienta de una estrategia más amplia adoptada por los gobiernos para contener el calentamiento global a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales a mediados de siglo. La transición energética verde es necesaria para reducir las emisiones de CO2 relacionadas con la energía de los combustibles fósiles, que según la investigación científica son un factor clave del cambio climático, y así mitigar sus efectos perturbadores. La electrificación del consumo final, o la sustitución de las tecnologías basadas en los combustibles fósiles en todos los sectores por tecnologías que utilicen electricidad producida a partir de fuentes renovables, puede contribuir significativamente al proceso de descarbonización.
Una transición energética basada en las energías renovables es importante porque aporta beneficios que van más allá de la solución de la crisis climática. Según la IRENA, la transición puede:
- Crear nuevos puestos de trabajo y crecimiento económico
- Apoyar el desarrollo sostenible
- Mejorar la salud al reducir la contaminación