Los edificios inteligentes son edificios que se comunican. Disponen de subsistemas –como calefacción y refrigeración, energía, iluminación, fontanería, control de acceso, alarma y seguridad– que interactúan entre sí a través de una red, y que también pueden controlarse a distancia. Estos edificios están equipados con sensores digitales que recogen el consumo de energía y otros datos e interactúan con el software para ayudar a los administradores del edificio a optimizar la calefacción, la ventilación, el aire acondicionado, la iluminación, la seguridad y otros servicios.
Los objetivos últimos de la tecnología de los edificios inteligentes son la eficiencia energética, la reducción de la contaminación y los residuos, el ahorro de dinero y la sostenibilidad.