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Smart grid technologies

Las tecnologías de redes inteligentes son la red energética del futuro

En un mundo cada vez más sostenible, la flexibilidad y la resiliencia son las claves que sustentan la red inteligente

Las redes inteligentes son como Internet

La red inteligente e Internet tienen mucho en común. Ambos son productos de la digitalización. Ambos se sostienen en la flexibilidad y la resiliencia. En ambos casos, la resiliencia proviene de la redundancia, la habilidad de que una parte de la red se ponga en el lugar de la otra para asegurar que llega al destino final. Ambos están descentralizados y están a favor de la dispersión, Internet se basa en millones de pequeños ordenadores conectados entre sí, la flexibilidad de la red inteligente permite aprovechar la capacidad de generadores ubicados en las propiedades de los clientes, módulos solares y muchos otros, además de la producción de las grandes centrales eléctricas. Ambos son interactivos. En las redes eléctricas tradicionales, la corriente va en una única dirección, de la utility al consumidor. En cambio, una red inteligente se define porque la corriente va en ambas direcciones, igual que la transmisión de datos en Internet, en este caso de la utility al consumidor y del consumidor de vuelta a la utility. Las corrientes se guían por un sistema de controles, ordenadores y nuevas tecnologías que trabajan conjuntamente para responder rápidamente a la cambiante demanda que hay en la red.

Redes inteligentes para ciudades inteligentes

La resiliencia y la flexibilidad forman la red inteligente integral hasta llegar a crear ciudades inteligentes. Las fuentes de energía renovables, que están adquiriendo rápidamente importancia, tienen un inconveniente significativo: dependen del tiempo. Por ejemplo, en un día sin viento, las turbinas de viento que una utility puede usar normalmente para resolver los picos de demanda no estaría generando electricidad y su aportación debería reemplazarse. Como hemos visto, la red inteligente hace que sea más fácil integrar soluciones alternativas, como la electricidad procedente de casas y vehículos eléctricos, así como almacenar energía en la red.
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Impulsar la revolución de la ciudad inteligente para las personas y el medioambiente.

Más eficiente, menos derrochador

Una red inteligente hace que el consumo energético sea más eficiente, menos costoso y que se malgaste menos. Permitiendo que se monitorice constantemente el uso, una red inteligente puede asegurar que la energía que un cliente extrae de la red disminuya cuando hay picos, y esto puede ayudar a reducir las facturas. Los datos actualizados del estado de la red en cualquier momento reducen costes operativos para las utilities. Por último, estos factores contribuyen a que los clientes tengan costes eléctricos menores.
El flujo de datos en tiempo real, que es una característica que define a la red inteligente, tiene más beneficios. Los smart meters son un paso clave para la modernización de la red que proporcionan a los clientes datos de consumo real. Esto permite que haya servicios avanzados como facturaciones a medida a los usuarios individuales y les da a los clientes la información que necesitan para modificar sus comportamientos para mantener las facturas tan bajas como sea posible.

Redes inteligentes para la resiliencia

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Producción de energía distribuida

Ahorra dinero y mejora la capacidad de recuperación de un lugar a través de la producción energética sostenible

El flujo de datos de la red también ayuda a que la utility restaure el suministro más rápido después de un apagón. La interrupción de las fuentes de alimentación, potencialmente a gran escala, puede tener cada vez más importancia a medida que el cambio climático nos expone a condiciones meteorológicas más extremas de forma más frecuente. Por poner algunos ejemplos: en 2016 una violenta tormenta, documentada como la más fuerte de los últimos 50 años, azotó Australia del Sur. derribó postes y dañó los interconectores que controlan la corriente de energía entre redes, dejando a la mayor parte del estado y la capital, Adelaide, sin electricidad. En octubre de 2018, la utility californiana Pacific Gas & Electric tuvo que cortar el suministro a 60.000 consumidores para reducir el riesgo de originar incendios forestales porque la fuerza de los vientos de la tormenta hizo que los cables se tocaran y saltaran chispas. Los incendios forestales que devastaron partes de Australia a finales de 2019 en medio de temperaturas extremas y vientos fuertes son otro ejemplo.

Una solución clave para resistir el cambio climático

La flexibilidad en el suministro de energía apremia a medida que el clima se calienta y el nivel del mar sube. Como muchas otras metrópolis del mundo, Londres corre el riesgo de que el Mar del Norte la inunde. La ciudad se abastece de la electricidad de generadores ubicados en la costa, que pueden ser afectados por niveles del mar más altos, y tiene subestaciones eléctricas que también son vulnerables a inundaciones localizadas, según un informe de C40, la red de las ciudades más grandes del mundo centrada en afrontar el cambio climático. Otras causas potenciales de cortes en la red incluyen la piratería, erupciones solares, inundaciones y terremotos.
En pocas palabras, como cualquier otra red, una red inteligente es vulnerable a interrupciones. El flujo constate de datos en dos direcciones que la define puede ayudar a detectar cortes - que pueden ocurrir por cualquier razón - y aislarlos y contenerlos antes de que se conviertan en apagones a gran escala. La flexibilidad y la resiliencia son indispensables para reducir lo que se podría denominar como la fragilidad de los sistemas, desde las comunicaciones hasta el transporte, la electricidad o muchos otros, que son los pilares de la vida moderna. La red inteligente es una parte clave de esa red de redes, una solución esencial que llevará a las ciudades inteligentes hacia un futuro más eficiente y digitalizado.