Una
iluminación pública eficiente y generalizada es uno de los elementos fundamentales que definen una metrópolis moderna y la diferencian de las ciudades típicas de antes de mediados del siglo XIX. Si bien el
alumbrado público de las calles en la actualidad supone un gran avance respecto a las lámparas de aceite vegetal que se usaban en la Antigua Roma, gran parte de la infraestructura moderna se basa en una tecnología obsoleta. El resultado es una iluminación de baja calidad, cortes frecuentes, contaminación y un uso ineficiente de la energía eléctrica y los servicios de iluminación que llegan a consumir hasta el 25% del gasto energético de las ciudades. El
alumbrado público inteligente, conocido como
iluminación adaptativa, incluye
soluciones de iluminación inteligente basadas en una
iluminación pública LED eficiente y controlada de forma remota. Esto permite que la iluminación sea atenuada cuando los sensores no detectan movimiento y, que, en cambio, se ilumine más cuando hay actividad. También se puede configurar para que se adapte a la densidad del tráfico o se puede combinar con el control del tráfico de vehículos, el clima y la cantidad de luz natural disponible.